jueves, marzo 13, 2008

Andrés Calamaro - Estadio Charrúa

Algunos artistas logran que lo irregular de sus obras no se traslade directamente a sus actuaciones en vivo, incluso en sus conciertos algunas canciones salen mejor paradas que sus versiones originales y se convierten en motivo de culto. Definitivamente no es el caso de Andrés Calamaro.

Antes de seguir debo ser sincero, no creo que ningún disco del señor Calamaro en solitario merezca un calificativo mayor a bueno, y de hecho tengo la certeza que solamente "Alta Suciedad", del año 1997, puede ser considerado como una obra completa. Sin embargo, todos sus discos poseen dos o tres hits irrefutables, y a esto debemos sumarle sus trabajos con "Los Abuelos De La Nada" y "Los Rodríguez", donde el cantante y compositor argentino llegó a su nivel más alto.

El concierto, basado en su último disco llamado "La Lengua Popular" (placa que superó la marca de doble platino por sus ventas en Argentina y se encaramó al tope de las encuestas como Mejor Disco de 2007), tuvo momentos de gran euforia, momentos donde se veía a varias personas abrigándose por el frió, y momentos donde se escuchaba y se veía a más de una persona bostezando, conversando o dirigiéndose a comprar una cerveza o alguna hamburguesa.

Debe hacerse un párrafo aparte para la excelente banda que acompaño al artista argentino. La misma está integrada por los guitarristas Diego García Gallardo y Julián Kanevsky, Tito Dávila en teclados, la base rítmica con el bajista Candy “Caramelo” Avello y el baterista José “Niño” Bruno, y los coros de Cóndor Sbarbati y Daniel Suárez. Una pena que la excelencia instrumental no fuera acompañada (otra vez en un show en el Uruguay) por un sonido adecuado.

Los momentos celebrados de la noche fueron el comienzo del show con "El Salmón" y "Los Chicos", y el final del show con "Costumbres Argentinas" y "Alta Suciedad" como puntos fuertes. El resto del concierto transcurrió entre baladas de dudoso nivel, la espectacular interpretación del tango "Los Mareados" y algunos hits intercalados que lograban sacar de un ambiente general de entumecimiento a los asistentes del espectáculo.

En fin, un show ameno, pero que lamentablemente deja lejos la imagen de leyenda que Andrés Calamaro arrastra por los escenarios del mundo.

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